El VII Congreso Iberoamericano de Educación Ambiental se realizará en Lima, entre los días 10 al 12 de setiembre del año 2014, en el marco de dos importantes eventos de carácter internacional: la Conferencia Mundial sobre la Educación Ambiental para el Desarrollo Sostenible (Nagoya, 10-12 noviembre de 2014) y la Vigésima Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático-COP20(Lima, diciembre de 2014).
Es igualmente oportuno precisar que el evento se realizará en el marco de un conjunto de acontecimientos que han marcado las pautas de los Congresos Iberoamericanos de Educación Ambiental y del pensamiento ambiental a nivel iberoamericano y mundial en los últimos años. La diversidad y amplitud de los problemas ambientales de Iberoamérica son a la vez causa y consecuencia de un panorama marcado por la pobreza, inequidad e injusticia que impiden la sustentabilidad de la vida de personas y pueblos.
Hablar de educación ambiental en Iberoamérica no solo tiene que ver con estrategias para enfrentar la actual crisis ambiental sino ante todo con enfrentar la crisis de un modelo y forma de pensar y hacer el mundo que han conducido al planeta a límites biofísicos y de biocapacidad insostenibles. Esta forma de hacer y pensar el mundo, lamentablemente, se ha insertado en el inconsciente colectivo de nuestras sociedades contribuyendo a la reproducción de un círculo vicioso de degradación del ambiente y deterioro de la calidad de vida de las personas.
Instalar nuevas formas de pensar y hacer el mundo, de construir sociedades sustentables, implica transformarnos, transformar las mentes colectivas y transformar las sociedades. Desde la escuela hasta la universidad, desde el académico hasta el poblador común y corriente, desde el funcionario público hasta el empresario, desde el niño o niña hasta el adulto, todos tenemos la capacidad de influir y participar en la construcción de sociedades sustentables.
La educación ambiental, independientemente del sujeto o actor que la realice, debe tener como referencia y orientación el contexto cercano donde viven las personas. Por esta razón, la educación ambiental es esencialmente comunitaria. La comunidad es el campo fundamental donde se muestran los resultados de los procesos educativos ambientales. En ese sentido, la educación ambiental es ante todo educación social, es decir, una educación ambiental comunitaria.
La educación ambiental comunitaria en nuestros países no ha sido concebida como tal, pues se ha ignorado su valor o ha sido mal enfocada, relegándose a meras intervenciones educativas basadas en la adquisición de conocimientos básicos o información de una realidad ambiental determinada. Hace falta promover verdaderos procesos de participación basada en un diálogo de saberes, visión sistémica y critica de la realidad, considerando que la educación ambiental comunitaria es un proceso social de construcción de ciudadanía.
Es igualmente oportuno precisar que el evento se realizará en el marco de un conjunto de acontecimientos que han marcado las pautas de los Congresos Iberoamericanos de Educación Ambiental y del pensamiento ambiental a nivel iberoamericano y mundial en los últimos años. La diversidad y amplitud de los problemas ambientales de Iberoamérica son a la vez causa y consecuencia de un panorama marcado por la pobreza, inequidad e injusticia que impiden la sustentabilidad de la vida de personas y pueblos.
Hablar de educación ambiental en Iberoamérica no solo tiene que ver con estrategias para enfrentar la actual crisis ambiental sino ante todo con enfrentar la crisis de un modelo y forma de pensar y hacer el mundo que han conducido al planeta a límites biofísicos y de biocapacidad insostenibles. Esta forma de hacer y pensar el mundo, lamentablemente, se ha insertado en el inconsciente colectivo de nuestras sociedades contribuyendo a la reproducción de un círculo vicioso de degradación del ambiente y deterioro de la calidad de vida de las personas.
Instalar nuevas formas de pensar y hacer el mundo, de construir sociedades sustentables, implica transformarnos, transformar las mentes colectivas y transformar las sociedades. Desde la escuela hasta la universidad, desde el académico hasta el poblador común y corriente, desde el funcionario público hasta el empresario, desde el niño o niña hasta el adulto, todos tenemos la capacidad de influir y participar en la construcción de sociedades sustentables.
La educación ambiental, independientemente del sujeto o actor que la realice, debe tener como referencia y orientación el contexto cercano donde viven las personas. Por esta razón, la educación ambiental es esencialmente comunitaria. La comunidad es el campo fundamental donde se muestran los resultados de los procesos educativos ambientales. En ese sentido, la educación ambiental es ante todo educación social, es decir, una educación ambiental comunitaria.
La educación ambiental comunitaria en nuestros países no ha sido concebida como tal, pues se ha ignorado su valor o ha sido mal enfocada, relegándose a meras intervenciones educativas basadas en la adquisición de conocimientos básicos o información de una realidad ambiental determinada. Hace falta promover verdaderos procesos de participación basada en un diálogo de saberes, visión sistémica y critica de la realidad, considerando que la educación ambiental comunitaria es un proceso social de construcción de ciudadanía.
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