(Por Elmer Torrejón) Sentarse frente a un televisor y mirar los “debates” (digo, puyas e insultos) en el Congreso de la República, es preguntarme: “¿Estoy loco yo, o están locos estos señores de cuello y corbata, que se hacen llamar “políticos”, y cada intervención es para matarme de risa o llorar de vergüenza?” Es que el Congreso peruano es todo un circo, y un circo que no cuesta nada verlo; solo prender tu televisión y listo: función asegurada.
La última encuesta de IPSOS sitúa al Congreso con el 83% de desaprobación y es la institución que lidera el rechazo de los ciudadanos. Comprensible debido al actual desprestigio moral y político que se pragmatiza en el accionar de sus congresistas.
Dentro de este espectro de democracia burda y hasta cómica, sobresale un Congresista, uno de esos que confunde el ser político con la gritonería, majadería, insultos, un “impresentable” a carta cabal. Un personaje que con cada actuación convierte al hemiciclo, en un coliseo de payasos (disculpando esta noble profesión), donde el insulto y la bravuconería caracterizan el paupérrimo nivel de “debate” de este Congreso.
Este personaje, representa a un “congresista” que ha hecho de la verborrea, del discurso anodino, un parlante para desencantar, desanimar y desacreditar el verdadero rol de la política y de sus principales impulsores: los políticos.
Este “parlamentario” en cada intervención “escupe” los sinsabores de una clase política de la vergüenza y la inmoralidad. Es el fiel representante de una institución que se cae a pedazos, que deambula en el rechazo de la gente. En cada entrevista que brinda, se hace llamar “nosotros los políticos”, y estoy seguro que este personaje confunde la política con la barbarie, porque nunca agarró un libro con los mínimos criterios de los que significa la POLÍTICA. Simplemente NO es un político.
Tengo que admitirlo, soy amazonense a mucha honra, pero siento vergüenza de tener al señor Becerril, como representante de nuestro departamento. Siento vergüenza ser demócrata, teniendo como paladín de ella, a este tipo de congresistas.
Mientras el Congresista Becerril grita en el parlamento, la pobreza en su departamento que representa, ha aumentado de 47.3 en el 2013 a 51.3 el 2014; ni que decir la desnutrición y anemia. Dirán eso no es labor del Congreso, pero ¿qué hizo para contrarrestar nuestra actual situación de pobreza amazonense? Nada.
Lamentablemente el triste y vergonzante nivel del Congreso de la República se resume en el señor Becerril.
Qué triste para nosotros los amazonenses tener a dos congresistas de polos opuestos. Si uno es gritón y majadero, el otro es mudo e invisible. Dos parlamentarios que responden a votos amazonenses que al fin y al cabo, nos desmerecen y avergüenzan como población. Nosotros como amazonenses somos los culpables de elegir este tipo de representantes, y también deberíamos sentir vergüenza por nuestro accionar en las elecciones. No sabemos elegir, y al final perdemos todos.
La última encuesta de IPSOS sitúa al Congreso con el 83% de desaprobación y es la institución que lidera el rechazo de los ciudadanos. Comprensible debido al actual desprestigio moral y político que se pragmatiza en el accionar de sus congresistas.
Dentro de este espectro de democracia burda y hasta cómica, sobresale un Congresista, uno de esos que confunde el ser político con la gritonería, majadería, insultos, un “impresentable” a carta cabal. Un personaje que con cada actuación convierte al hemiciclo, en un coliseo de payasos (disculpando esta noble profesión), donde el insulto y la bravuconería caracterizan el paupérrimo nivel de “debate” de este Congreso.
Este personaje, representa a un “congresista” que ha hecho de la verborrea, del discurso anodino, un parlante para desencantar, desanimar y desacreditar el verdadero rol de la política y de sus principales impulsores: los políticos.
Este “parlamentario” en cada intervención “escupe” los sinsabores de una clase política de la vergüenza y la inmoralidad. Es el fiel representante de una institución que se cae a pedazos, que deambula en el rechazo de la gente. En cada entrevista que brinda, se hace llamar “nosotros los políticos”, y estoy seguro que este personaje confunde la política con la barbarie, porque nunca agarró un libro con los mínimos criterios de los que significa la POLÍTICA. Simplemente NO es un político.
Tengo que admitirlo, soy amazonense a mucha honra, pero siento vergüenza de tener al señor Becerril, como representante de nuestro departamento. Siento vergüenza ser demócrata, teniendo como paladín de ella, a este tipo de congresistas.
Mientras el Congresista Becerril grita en el parlamento, la pobreza en su departamento que representa, ha aumentado de 47.3 en el 2013 a 51.3 el 2014; ni que decir la desnutrición y anemia. Dirán eso no es labor del Congreso, pero ¿qué hizo para contrarrestar nuestra actual situación de pobreza amazonense? Nada.
Lamentablemente el triste y vergonzante nivel del Congreso de la República se resume en el señor Becerril.
Qué triste para nosotros los amazonenses tener a dos congresistas de polos opuestos. Si uno es gritón y majadero, el otro es mudo e invisible. Dos parlamentarios que responden a votos amazonenses que al fin y al cabo, nos desmerecen y avergüenzan como población. Nosotros como amazonenses somos los culpables de elegir este tipo de representantes, y también deberíamos sentir vergüenza por nuestro accionar en las elecciones. No sabemos elegir, y al final perdemos todos.
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