Alberto Jordán Brignole, condenado recientemente por el Tribunal Supremo Militar-Policial a 18 meses de prisión condicional, encierra nueva lección sobre el principio de obediencia debida que rige en las instituciones militares y policiales. Desde el juicio de Nuremberg contra los jefes nazis, ese dogma ha sido discutido y recusado.
El general Jordán ha sido sentenciado por no haber cumplido con desalojar del puente Montalvo de Moquegua a una multitud de 25 mil ciudadanos que protestaban por un recorte en el canon minero. Esto en el gobierno anterior. El general, entonces Jefe de la Undécima Dirección Territorial Policial, con mando en Arequipa, Moquegua y Tacna, sólo disponía de 500 efectivos. Desalojar, es decir, meter bala o lanzar gases lacrimógenos, hubiera ocasionado una hecatombe. Como declaró el jefe policial en su momento, hubo un instante en que un subordinado, el coronel Clever Vidal, sí acató una orden del general Octavio Salazar, jefe entonces de la Policía, de atacar a la población con lacrimógenas. Eso fue detenido gracias a la serenidad de Jordán. Los indicios llevan a concluir que la orden de desalojo por la fuerza, provenía del entonces presidente de la República, quien insultó al general por haber preferido el diálogo en el incidente: lo llamó “cobarde”. Valiente hubiera sido, para el jefe del Estado, enfrentarse a una muchedumbre airada. Eso hubiera significado decenas de muertes, de Policías y civiles. Cómodamente instalado en el sillón presidencial, el presidente habría entonces entonado un discurso triunfal, felicitado al general Jordán y ascendido póstumamente a los Policías caídos. En lugar de eso, el ex jefe policial salvó vidas, ha perdido su carrera, ha sido hostilizado y, finalmente, condenado. Tiene razón al apelar contra la sentencia y anunciar que podría recurrir a instancias internacionales para defender sus derechos y su honor. “Mi misión como Policía fue proteger vidas”, ha explicado Jordán. La sentencia que se le ha aplicado debiera servir para un debate principista -jurídico y político- que oriente a los ciudadanos y también a militares y Policías. El uniforme de estos no debe ser manchado con el crimen y el abuso. (César Lévano)
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JUSTICIA POR MARYORI
La señora Diana clama justicia por el hecho tener una hija fallecida por negligencia médica. Ella se llamó Maryorith Dayana Rojas Soto. El caso médico se refirió a Chachapoyas la noche del 31 de octubre del 2013. Ella cursaba el 4° de primaria en la IE 16194.
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