Es muy lamentable el accionar que sosteniblemente vienen desempeñando los congresistas, nuestros “padres de la patria” (prefiero ser huérfano antes que sean modelos de padre). En los últimos meses hemos visto un conjunto de “metidas de pata” que han ido carcomiendo y erosionando el prestigio de una institución clave para la representación ciudadana, como lo es el Congreso.
Existen variadas
acciones
negativas: no han consensuado para la elección de los máximos
representantes
del BCR o la Defensoría del Pueblo; quisieron “estropear” con un viaje
el
litigio marítimo en la Haya; han emergido congresistas “comepollos”,
“robacables”, “planchacamisas” y hasta apañadores de la prostitución
infantil.
Es decir,
faltaría tiempo nombrar sus “pauperrimas” gestiones, pero al momento de
consensuar sobre “su bolsillo” todos se ponen de acuerdo para elevarse
los
sueldos sin pagar tributos al Estado, como todos lo hacemos. En un país
donde
los maestros, médicos o policías demandan adecuados niveles salariales;
estos “padres
de la patria”, en plenas fiestas de fin de año, nos sorprenden (aunque
ya no
son sorpresas sus torpezas) habiendo querido ponerse un jugoso sueldo.
Lo lamentable de estos hechos del
"Congrezoo", es que debilitan aun más ya nuestra resquebrajada Democracia. Estos
que se hacen llamar “políticos”, ponen en riesgo la institucionalidad y
representatividad de una entidad que nominalmente (y no funcionalmente) viene a
representar al pueblo: el Congreso de la República.
Ahora, la política como “gestión del poder para mejorar las
condiciones de vida de la población”, naturalmente no es entendida de esta
manera por la mayoría de nuestros congresistas (salvo rarísimas excepciones de
algunos congresistas que sí merecen nuestro respeto), que aprovechan de la
política y del voto que les confiere el pueblo, para juramentar por DIOS Y POR
LA PLATA. (Elmer Torrejón) Ver más...





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