(Por Elmer Antonio Torrejón Pizarro) Los rituales cosmovisonarios de
las época pre inca e inca, o de nuestros propios Luya - Chillaos, Chachapoyas o
de una comunidad actual de la amazonia; siempre se caracterizaron por ser manifestaciones de alto culto y respeto a
su naturaleza. Nomás veamos una pictografía de Chanque en Lamud o la
práctica agrícola de un ciudadano Awajún, y resaltaremos esa reciprocidad, horizontalidad y conservación
que siempre han tenido con los elementos bióticos y abióticos de su ecología.
¿Qué hemos aprendido nosotros de estas prácticas de conservación?
Pues casi nada, al contrario tratamos de arrinconarlo
y aniquilarlo como prácticas propias de pueblos incivilizados. Las consecuencias
de esta “exclusión” de conocimientos, lo vemos hoy: carreteras colapsadas que se tiñen de sangre por muertes innecesarias.
Vuelo sobre un halcón amazonense
e imagino los acantilados que rodean la carretera Fernando Belaunde, con árboles que impiden los huaycos,
derrumbes y “bajadas de cerros”, muy bien sembrados como lo hicieron los
antiguos Chillaos, Chachapoyas o Baguas. Me imagino sus caminos que trasladan productos,
por senderos rodeados de árboles o montes que evitan derrumbes. El vuelo del halcón
me permite imaginar al amazonense, respetando
a la naturaleza, con prácticas diversas que permiten su conservación, como
en tiempo de los ancestros. El mismo halcón muestra a nuestros pobladores, cual
Awajún o Wampis, hacen uso de diversas actividades
animistas que permiten la conservación de sus bosques.
Lamentablemente la realidad no es está. Ese halcón
resulta ser un ómnibus atrapado con
pasajeros entre dos corrientes de agua, barro y piedras, poniendo al límite la
vida de personas; y esos planificadores no son pues nuestros Chillaos o
Chachapoyas, son autoridades y empresas
que no cuentan con planes de contingencia ante la naturaleza, que a manera
de “venganza”, descarga su ira contra
esta “civilización” que destruye árboles, bosques, animales, y contamina el
aire y agua.
Es inaudito el comportamiento de las autoridades regionales y la
empresa encargada de dar sostenibilidad a esta carretera. Se culpan entre sí por esta caótica situación, pero no se miran en
un espejo para darse cuenta que no tienen
ninguna planificación para prever y solucionar esta problemática, a través
de una adecuada red vial departamental. Tanto es la ineficiencia e ineficacia, que
ha cobrado la muerte de casi una decena de amazonenses.
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