En la actualidad, los
millennials son la fuerza de trabajo más relevante del mercado mundial. Cuando se habla de “millennials” o Generación
Y nos referimos a quienes nacieron entre 1981 y 1995, jóvenes de entre 21
y 36 años que se hicieron adultos en pleno cambio del nuevo milenio. Varios de ellos ya están ocupando puestos de
jefaturas y gerencias, y tienen gente a cargo.
La forma de liderar y gestionar es muy diferente a la que hasta el
momento existía en las organizaciones de todo el mundo.
Los “millennials” son nativos
digitales; su contacto con la tecnología es permanente desde su propio
nacimiento. Se conectan con el mundo
–con la gente y su entorno- de un modo muy diferente al de las generaciones anteriores. Y, en el caso de nuestro país, se trata de
jóvenes que siempre vivieron en regímenes democráticos, lo cual hace que su
concepción de la sociedad, de sus derechos y sus obligaciones, sus límites, sea
muy diferente respecto de la generación X y los Baby Boomers.
Estos nuevos “jefes” buscan
liderar sus equipos desde la confianza, una franca comunicación, y la empatía. Como entre sus colaboradores puede haber
tanto gente de la generación Z (nacidos a partir de 1996) como de la generación
X (adultos a veces de más de 50 años), la comunicación con unos y otros se
establece de forma muy diferente.
El jefe millennial es flexible. Ante los más grandes, se presenta abierto y
humilde, dispuesto a aprovechar su experiencia en favor del cumplimiento de
objetivos. Ante los más chicos, que
recién comienzan sus primeros pasos en el mercado laboral, el jefe millennial
recurre al contacto y la motivación permanente.
Con unos y otros, es un jefe colaborativo, abierto a sus inquietudes,
siempre con actitud de escucha, resolviendo temas sin horario fijo y
comunicándose en forma tecnológica (chats, Wapp, etc.). Busca el reconocimiento de sus pares y de la
generación Z, especialmente, para liderar desde la “autoridad” y no desde el
“poder” que le confiere su cargo. Deben
tener muy en cuenta cómo gerenciar el avasallamiento de los “Z”, su permanente
cuestionamiento, y saber plantarse al momento de tomar decisiones, ya que como
estos jefes son tan abiertos y escuchan diferentes opiniones, a veces los más
chicos lo perciben como un signo de “debilidad” que el jefe millennial tendrá
que contrarrestar.
El jefe millennial busca
motivar e inspirar a su gente. Propicia
relaciones de confianza, enfocadas en la misión y basadas en valores. Sin embargo, su apertura permanente ante sus
colaboradores a veces puede “jugarle una mala pasada” porque algunos pueden
llegar a pensar que “todo está permitido”, entonces deberán recurrir a poner
límites cuando sea oportuno. Aunque
amigables y flexibles, dentro de una organización no hay que olvidar quién es
el jefe. (Gisella Mellet)
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